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lunes, 29 de marzo de 2010

La Intervención en la Dislexia

“Si se diagnostica la dislexia antes de que el niño entre en el tercer curso, existe aproximadamente un 80% de posibilidades de que pueda superar su confusión con respecto a los signos del lenguaje. Si esta condición no se diagnostica hasta quinto curso, existe un 40% de posibilidades de corregir la deficiencia. Para los disléxicos que llegan a séptimo, existe un 5% de posibilidades de que puedan efectuarse correcciones en medida suficiente como para que el alumno logre un rendimiento adecuado en el proceso de codificar y descodificar símbolos” (Jordan, 1982)

Los datos expuestos anteriormente nos recuerdan la importancia que tiene la detección precoz del problema es muy importante ya que posibilita que la intervención se haga lo antes posible, evitando así la agravación de los síntomas o la aparición de otras dificultades más severas.

El principal objetivo de toda intervención es el de estimular y educar las funciones alteradas sobre la base de las capacidades de que dispone el sujeto. Así pues, no sólo es necesario conocer las dificultades del niño, sino también sus posibilidades para otorgarle estrategias que le permitan suplir sus problemas y potenciar, al mismo tiempo, sus capacidades.

Teniendo en cuenta esto, es evidente que cobra especial importancia el tener en cuenta aquellos síntomas descritos en otros documentos que se consideran como precursores de la dislexia, ya que realizando distintos procedimientos destinados a favorecer el correcto desarrollo de dichas capacidades alteradas se está llevando a cabo un papel preventivo que evitará, en mayor medida, que aparezcan dificultades más serias y garantizarán el éxito de adquisiciones más complejas.

Estudios retrospectivos y prospectivos apuntan a que la dislexia es un trastorno crónico, es decir, el déficit cognitivo que la provoca permanece para siempre, aunque sus consecuencias varían. Así, los disléxicos adultos leen, pero con menos fluidez y precisión, por lo que necesitan más esfuerzo durante las actividades que precisan lectoescritura.

Para paliar estas consecuencias y para permitir que los niños tengan acceso a la lectura lo antes posible es oportuno intervenir terapéuticamente lo antes posible, para permitir al sujeto rentabilizar sus recursos. El tratamiento debe ser intensivo y largo.

Además, a la hora de hablar sobre la intervención más adecuada a llevar a cabo en un caso de dislexia hay que tener en cuenta que no todos los disléxicos presentan las mismas dificultades ni en el mismo grado, por lo que dicha intervención deberá tener en cuenta tanto las habilidades en que presenta problemas como las que no. Al mismo tiempo, se considera interesante optar por un modelo interdisciplinar, abierto a acoger métodos propuestos desde diferentes enfoques y en el trabajen conjuntamente distintos profesionales con el objetivo de reducir, o dotar de estrategias, para que los problemas con los que se encuentra el niño disminuyan, y maximizar sus habilidades, potenciando las capacidades en las que no presentan dificultades.


Bibliografía

• Artigas, Josep. “15 cuestiones básicas sobre la dislexia”. Coorporació Sanitària Parc Taulí. 2005. Artículo extraído de: http://www.cspt.es/

• Calderón Astorga, Natalia. “La Dislexia….hoy! ........Mi mundo está al séver…. revés?”. C E R I L, Centro del Desarrollo Infanto Juvenil. Artículo extraído de: http://ceril.cl/P70_Dislexia.htm

• Oltra Abarca, Vicente. “Dislexia: Información, Diagnóstico y Tratamiento de la Dislexia”. Artículo extraído de: http://www.psicopedagogia.com/

• Rivas Torres, Rosa Mª y Fernández Fernández, Pilar. “Dislexia, disortografía y disgrafía”. Ediciones Pirámide, S.A. 1994.
Sheila García
Diciembre, 2009