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lunes, 29 de marzo de 2010

La Dislexia en el aula

Es importante conocer las características de cualquier dificultad o trastorno, ya que de ello depende que el mismo sea detectado. La población infantil pasa la mayor parte del tiempo con padres y profesores, por ese motivo serán ellos los que probablemente se den cuenta de la necesidad del sujeto.

Entre las características principales que el profesor puede observar en un niño disléxico se encuentran una lectura lenta, ausente de ritmo, pérdida de la línea, confusiones en el orden de las letras o inversiones y una escritura incoherente, con mala caligrafía, inversiones u omisiones de letras y/o palabras, etc.
Además, el sujeto también puede presentar problemas en aritmética, por la dificultad en manipular símbolos numéricos; historia, debido a problemas en la sucesión temporal; geografía, por la dificultad para establecer coordenadas y geometría, como consecuencia de los déficits espaciales.

Conjuntamente con los signos y síntomas escolares, padres y profesores pueden advertir una serie de características conductuales que normalmente afectan a los sujetos con este trastorno. Según Thomson (1992) el rasgo más común es la ansiedad, cosa que puede conllevar desde un bajo autoconcepto, mostrándose inseguro hasta el extremo opuesto, con comportamientos agresivos por su exceso de vanidad. Además, los sujetos suelen mostrar una atención inestable, consecuente a la fatiga que provoca superar constantemente sus dificultades perceptivas y una gran desmotivación y desinterés por los contenidos escolares, derivado de sus malas calificaciones y de la no correspondencia de las mismas con su esfuerzo.

Si bien es importante, como se ha comentado anteriormente, el conocimiento de estas características para el descubrimiento del problema, también es importante que dicha detección sea cuanto más precoz mejor, ya que de ello dependerá una intervención adecuada y los resultados y consecuencias de la misma. Así pues, existen unos indicadores primarios que pueden hacer sospechar al profesor de la existencia de una posible dislexia o una predisposición a la misma. Estos indicadores se dan entre los cuatro y los seis años aproximadamente y aparecen, de forma genérica, a nivel de habla y lenguaje, con dislalias, vocabulario pobre, falta de expresión o comprensión verbal deficiente; y en torno a la psicomotricidad, con retraso en la estructuración y conocimiento del esquema corporal, dificultades sensoperceptivas, torpeza motriz o tendencia a la escritura en espejo. No obstante, estos indicadores primarios se han descrito de forma más detallada en los puntos anteriores.

Cuando tengamos un alumno disléxico en clase es importante saber que, aunque es imprescindible que ese niño reciba un tratamiento específico, en el aula también se le debe atender apropiadamente. Lo principal es la comprensión del trastorno, huyendo tanto de medidas sobreprotectoras, como de ideas preconcebidas de que el problema se deriva a la falta de motivación o pereza del niño o a un bajo nivel de inteligencia. Es recomendable dar a entender que se entiende el problema y que se le prestará la ayuda que precise. Todos nuestros actos deben ir dirigidos a optimizar el rendimiento del niño, a la vez que intentaremos evitar problemas de frustración y perdida de autoestima.
Algunas indicaciones posibles para maestros de alumnos disléxicos son las siguientes, aunque hay que tener presente que las ayudas deben individualizarse a cada caso, a cada persona, teniendo claro nuestro objetivo:
- sentarlo en las primeras filas, para ayudarle siempre que sea necesario
- ayudarle a pronunciar correctamente las palabras
- no utilizar el método “global” para el aprendizaje de la lectura
- no pretender que alcance el mismo nivel lector que sus iguales
- animarle a preguntar cuando tenga alguna duda
- comprobar que ha entendido el material escrito suministrado
- ofrecerle material lector apropiado para su nivel
- valorar los trabajos por su contenido, no por los errores de escritura
- reforzar sus aspectos positivos
- valorar los progresos de acuerdo a su esfuerzo
- permitirle el uso de calculadora o tablas de multiplicar, para la realización de ejercicios determinados
- enseñar a tomar apuntes mediante notas breves
- ponerle menos deberes de lectura y escritura
- darle fotocopias en lugar de hacerle copiar grandes cantidades de texto de la pizarra
- no ridiculizarle jamás
- no se le deben corregir todos los errores de escritura
- tener en consideración que escuchar y escribir a la vez puede resultarle muy difícil
- no hacerle repetir todo un trabajo escrito
- tener en cuenta que en trabajos que le impliquen un sobreesfuerzo debido a que estén implicados procesos con los que él tenga dificultades, puede distraerse con mayor facilidad y/o tardar más tiempo.
- tener la información importante identificada
- la comprensión de textos se puede facilitar con otros recursos (videos, por ejemplo). Los videos deben ser vistos antes de la lectura. Esto puede ayudar a los alumnos a seguir la trama y a centrar la atención más fácilmente en aspectos más sutiles.
- Leer silenciosamente mientras se escucha la versión gravada del texto, cosa que aumentará su comprensión.
- Enseñarle a que se habitúe a subrayar o destacar las ideas principales del texto utilizando un código de colores o de líneas. Se puede trabajar en reeducación con este mismo material.
- Para ayudar a enfocar su atención durante la lectura silenciosa se le pueden dar las palabras importantes previamente.
- Para aumentar su comprensión se puede llevar a cabo discusiones en pequeños grupos sobre la lectura realizada siguiendo las preguntas que el profesor habrá dado anteriormente a la lectura.
- Debido a que frecuentemente la lectura oral en clase provoca frustración y vergüenza se le puede enseñar el párrafo que le tocará leer previamente para que pueda prepáraselo en casa.
- Se le pueden combinar las pruebas escritas con exposiciones orales.
- Reformular las preguntas tantas veces sea necesario para que el alumno pueda entender el objetivo de la pregunta
- Se le puede aumentar el tiempo para hacer las actividades o recudir el número de preguntas de estas, o cambiar el formato de las mismas.
- Evaluar de manera independiente la ortografía y contenidos
- En cuanto al lenguaje escrito, es importante que el niño practique regularmente la escritura en el colegio y en casa para desarrollar las habilidades de escritura.
- Para trabajar los contenidos matemáticos, enseñar estrategias de repasar las secuencias verbalmente (hablándose a sí mismo, verbalizando los pasos a seguir uno a uno).
- Trabajar con textos más breves y que vayan incorporando progresivamente nuevas palabras.

Llega un momento en la vida escolar de los niños disléxicos en la que es conveniente hacer adaptaciones en el contenido y en la manera de evaluar sus trabajos y exámenes. En este, y en todos los casos, las calificaciones deben estar de acuerdo con el esfuerzo que hace el alumno ya que así se podrá lograr aumentar su motivación para que éste consiga acceder al aprendizaje con autonomía, sin la ayuda permanente del adulto.


Bibliografía

· Rivas Torres, Rosa Mª y Fernández Fernández, Pilar. “Dislexia, disortografía y disgrafía”. Ediciones Pirámide, S.A. 1994.

· Ortiz González, Mª del Rosario; Guzmán Rosquete, Remedios y García Espinel, Ana I. Facultad de Psicología. Universidad La Laguna Tenerife. “Intervención psicopedagógica en la dislexia evolutiva”. Artículo extraído de http://www.psicologia-online.com/


· Artigas, Josep. “15 cuestiones básicas sobre la dislexia”. Coorporació Sanitària Parc Taulí. 2005. Artículo extraído de: http://www.cspt.es/
Sheila García
Diciembre, 2009